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Cuando la pareja empieza a compartir la mesa
deben tener en consideración que hay que llevar una dieta saludable y
balanceada, donde satisfagan sus necesidades calóricas.
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Las recetas familiares y la cantidad de comida en los platos pueden transformarse
en un problema cuando la pareja comienza a compartir la mesa, por lo que
antes de discutir sobre gustos y porciones, hay que tener claro que hombres y
mujeres comen distinto, acorde a sus necesidades calóricas.
En una pareja promedio, entre 25 a 60 años y que no realiza actividad
física, la mujer debe consumir entre 1.600 a 1.800 calorías diarias, mientras
que en el hombre el requerimiento aumenta entre 2.000 o 2.400.
Esta diferencia no está determinada por el sexo, sino por la condición
física y la masa muscular. Así, el hombre necesita más alimento porque
requiere una mayor cantidad de calorías, debido a que tiene un gasto
metabólico mayor, pues posee más músculo y menos grasa. Contrariamente, la
mujer tiene una composición corporal con más grasa, menos músculo y por
tanto, menos gasto calórico.
Esta disparidad se explica por características genéticas y hormonales
que, como señala la nutrióloga de Clínica Alemana doctora Carolina González,
"condiciona que la grasa se reparta en distintas partes del
cuerpo".
Está comprobado que las personas que viven en pareja o en familia
suelen consumir más grasas y calorías que las que viven solas, y los hombres
acostumbran consumir comidas más pesadas, abundantes y grasas que las
mujeres.
La presencia de otras personas al comer influencia en la cantidad de
comida que ingieres, según un estudio de la Universidad de Atlanta, Georgia.
Según las cifras actuales, en el país va en aumento el consumo de comida
chatarra y dulces. Es decir, la pareja de hoy se alimenta de comidas más
densas calóricamente y con mayor contenido de grasas y azúcares, situación
tremendamente dañina para la salud.
Además, la obesidad ha aumentado significativamente en la población, ya que
está más sedentaria. Esto puede desembocar en enfermedades crónicas como la
diabetes, hipertensión arterial y apnea del sueño, entre otras
Entonces, se debe planificar la alimentación en el hogar en base a una
dieta saludable, variada y balanceada que satisfaga a ambos sexos.
La propuesta que hace la doctora González es un planteamiento básico
que cada persona debe regular acorde a su gasto energético y que contenga
todos los componentes requeridos para satisfacer las demandas del cuerpo.
Es importante comer al menos tres a cuatro veces al día. En el
desayuno hay que consumir leche, yogurt, cereales o pan, palta, jamón,
proteínas, quesillo bajo en grasas y/o frutas. Hay que evitar los excesos,
especialmente algunos productos como tocino, queso, mantequilla, queques o
tortas.
Para el almuerzo se recomiendan proteínas (carnes blancas, rojas,
pescados y huevos), verduras (tratar de que sean variadas, ya que mientras
más colorido un plato, mejor), cereales (arroz, legumbres, fideos, entre
otros) y frutas (que el postre no sean platos preparados como mousse, arroz
con leche).
Para la once es bueno comer lo mismo que al desayuno, y en la cena,
similar al almuerzo, aunque en menor cantidad.
La diferencia se debe hacer a la hora de servir las porciones en los
platos. Por ejemplo, el trozo de carne que come el hombre tendrá que ser más
grande que el de ella. Es decir, lo esencial es regular lo que se requiere
comer acorde al gasto calórico diario. Esto se puede manejar con una dieta como
la antes expuesta.
Sin embargo, la doctora González enfatiza que si se necesita una
orientación más personalizada para saber cuánto comer acorde a lo que se
gasta, "hay que evaluarlo midiendo su metabolismo, actividad física y
así proponer una dieta según sus propios requerimientos.
Se recomienda estimular y motivar la actividad física en la vida
diaria.
Gracias a simples datos cero costos, se puede ayudar al organismo sin
necesidad de ir al gimnasio. Por ejemplo:
- Preferir las
escaleras en vez del ascensor.
- Estacionar el
auto lejos para caminar hasta llegar al destino.
- Propiciar
actividades recreativas con actividad física como salir a caminar,
escalar un cerro, ir al parque, hacer excursiones, entre otros.
- Estimular la
actividad física dirigida, especialmente en niños y adolescentes, para
que adquieran el hábito desde pequeños.
Tomado de:
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